lunes, 28 de febrero de 2011

101 dálmatas.

Mi familia participa de un equilibrio del que no soy parte, poseen eso códigos y costumbres de los que siempre carecí. No los reconozco como gente a la que puedo entregarme sin miedo, tengo mas cuidado de mi privacidad frente a ellos que fuera en el mundo real. Me dan miedo.



Algunos sentimientos pasaron de moda en mi vida,es como si sintiese distinto a como lo hacen los demás, como si mi percepción de lo que son los sentimientos estuviesen del revés. Aunque no tiene ningún sentido. Sufrir es sufrir, no existe el goce en el dolor, y, si así fuese para mi, es solo obra de mi mente ególatra. Ningún precio es lo suficientemente alto a la hora de querer ser diferente, me creo muy especial, única, cuando cientos de imbéciles más están pensando en este preciso instante igual que yo.
Por otro lado, no es de ellos de quienes me quiero diferenciar, sino de la imagen mental que formé de mí. Querer diferenciarse del resto es una perdida de tiempo, es imposible que dos personas sean iguales.

Pero esto ultimo solo reafirma mi posición egocéntrica, ya que nadie más entra en mis pensamientos, y si por mera casualidad alguien lo logra, es simplemente porque lo considero parte de mi.






Perdón por la ortografía, a nadie le duele más que a quién escribe.

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