lunes, 21 de febrero de 2011

Bored (odio el rosa, pero me la banco)

Soportando todo el hastío que significa estar sobria, lo repetitivo y el aburrimiento, llega ese orgasmo de violencia y locura, que solo me hace desear que todo termine, ser invisible a los ojos de los imbéciles, y un imán para los dementes. Logro cerrar mis parpados tan fuerte que la veo más luz que fijando la vista al sol.


Odio querer, porque es lo que me hace tan frágil, el tener ataduras emocionales de fácil destrucción. Me encontré en la tierra de lo frío, de las pieles tiesas, de la música sorda y solo un sentimiento pudo prevalecer entre tantos: el miedo. Miedo de no poder llorar, miedo a no tener miedo, a ser débil, humano,  a no tener sangre en mis venas.



Sexo ebria, poesía drogada, sonrisas deprimida,  invito al mundo entero a participar de mi juego, no hay vencedores ni vencidos, como empieza, como termina, es un misterio, pero supongo que nace de la peor enfermedad del hombre: el aburrimiento. Es más fácil ser infeliz que feliz, por eso nunca me esforcé en disfrutar, pero la tristeza ya me aburrió. Ahí surge un nuevo dilema, y es que entra en juego la pereza, de moverme, ponerme en marcha, volver a entretenerme. Así que por favor, inclúyeme en tus oraciones mañana por la noche, cuando leas esto y sientas desprecio por mi autocompasión egocéntrica. 

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