jueves, 24 de febrero de 2011

Rosetta

Tantos imbéciles, huyendo del conocimiento como cucarachas lo hacen de la luz, se amontonan, apretujan y retuercen, porque constantemente tienen que darle lugar a más y más de ellos. Me esperan, hay un espacio entre sus cuerpos con mi nombre. Cuando todo sea más brillante que yo, cuando estás palabras se vuelvan demasiado grandes para mí, será el momento en que me arroje al mar de la ignorancia para no volver nunca más a la superficie.


Mientras más tiempo paso con mis mascotas, más entiendo a mi madre y menos al hombre. Somos el único ser vivo que nace tan indefenso, tan inútil, sin armas naturales, sin luz. Dicen que los bebés son puros, estaría de acuerdo si la pureza es la ausencia de toda habilidad. ¿En qué momento nos volvemos tan peligrosos? Somos mi animal favorito, el que me provoca admiración y terror a la vez, el que más se parece a mí.

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