Una, dos, las cuatro patas cayeron en la trampa.
El barro devoró sus bazos, rodillas, crines.
La tierra se metió en sus fosas nasales, ojos y orejas.
Gritó por auxilio y tragó muerte, volviéndose más pesado,
hundiéndose más profundo.
Regresó a la superficie como árbol, de tronco grande y
triste.
Sus propios hermanos lo mordisquearon, robaron sus
frutos, dejándolo desnudo.
Mudo e inmóvil, los ve alejarse indiferentes de sus
atroces acciones.
Solo vuelven con la intención de despojarlo nuevamente de
verde.
Mientras espera, esperanzado, que todos caigan en la
misma miseria que él.