¿A qué edad soy un adulto?
Odio estar sobrio, siento cada queja del cuerpo. Odio estar volado, me nacen paranoias de convertirme en imbécil. Al final el cuerpo siempre me va a doler, y no existe cura contra la imbecilidad.
En un momento no hay marcha atrás a la vida conocida, no se puede volver a ser un mocoso cuando decidimos volvernos personas. Es un camino de humillación y reconocimiento ante errores pasados, nunca un cadáver se entierra lo suficientemente profundo.
Cuando una persona se va, deja un agujero. Llenarlo es fácil, pero si se trata de reemplazar a un hijo es diferente. Si yo me voy, mi madre tendría que tomarse la molestia de volver a embarazarse, de sufrir un parto, y deteriorarse el cuerpo otro poquito más. No soy yo el que tiene valor, sino el espacio que ocupo.