jueves, 24 de marzo de 2011

Yo también hago fotosintesis

Las rarezas por las cuales estuve sola en mi infancia, son las que hoy en día me llenan de compañía.

Cuando menos me soporto es cuando imagino a un monstruo sentado en mi silla. Un ser grotesco, completamente inferior, obeso. Recién en el momento que empezamos a hacer burla de las desgracias propias y ajenas me dieron ganas de sonreír, todos en esa mesa éramos imperfectos; igual de imbéciles.

Parece que es todo tan fácil, hasta que te das cuenta  de que estás al fondo del pozo. Te consideras viejo, después entiendes que sos joven. Tuve alucinaciones con ser tan joven que no podía morir, me dio mucho miedo, una idea que muy pocos logran comprender, y que aparentemente no logré expresar del todo bien. Envejecer es una entretención, es lo que dificulta el juego, nos hace correr, nos agota.
No es el odio lo que mata al hombre, no existen las tendencias autodestructivas, el verdadero mal de nuestra especie es el aburrimiento. Guía a los vicios, nos hace perder el deseo, el interés, las neuronas. Algún día me va a ganar, cuando todo lo que hice ya me haya aburrido. Me fijé una meta corta de vida, para presionarme a vivir todo lo que pueda.






La felicidad es el estado en el que nos sentimos plenos y auto realizados, es por eso que los jóvenes y personas de mediana edad felices son una rareza, todavía no podemos sentirnos plenos, no hicimos todo lo necesario, por suerte, sino la vida sería tanto menos entretenida. No me quejo porque no puedo, no porque no quiera, al revés es con los peores vicios, para evitar que se vuelvan en nuestra contra, hay que aprovecharlos cuando queremos, y no porque podemos.
De una u otra forma me las ingenié para destruir mi inspiración. Me daría vergüenza que un conocido sepa lo mal que escribo.

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