sábado, 12 de marzo de 2011

Pejelagarto

Si sigues hablando de lo que hiciste ayer, es porque no has hecho gran cosa hoy
Esa frase me descubrió,  soy bastante aburrida.


Algunas personas sólo quieren sentarse y ver el mundo prenderse fuego, yo soy uno de esos espectadores que se mantienen de pie, porque les incomoda la vista y se quieren asegurar una rápida huida en caso de ser necesario. Nos hacemos los idiotas, si alguien nos pregunta qué hacemos ahí, actuamos como si fuese una confusión, cambiamos nuestro papel al de víctimas.


Tenemos hambre de nosotros mismos, esa es la única explicación que encuentro por ahora a la moda del amor propio. Nos necesitamos mucho más, nunca tenemos suficiente de nosotros. Queremos conocernos, descubrirnos, por eso nos reinventamos constantemente, para mantenernos entretenidos. Creemos ser ese personaje misterioso que siempre acapara nuestra atención, somos obvios para el mundo, un enigma para nuestros ojos.


Me dicen pastillera. Quiero que me cuiden, me protejan, reírme con la conciencia en los pies mientras se ocupan que no muera ahogada a causa de mi propio vómito.  Pero yo soy madre, padre, hermana, compañera y amigo de muchos, y no puedo dejar de pensar en que estúpidos fueron en creer en mí, yo no los puedo ayudar. No puedo ocuparme de mis propias mascotas, cómo hacerlo de las ajenas. Los veo al borde del acantilado y los dejo ser, creo que el viento los va a empujar a lo seguro, soy una fusión entre ingenuidad y pereza, un escéptico con la mentalidad de un creyente, una cómoda, cómo diría mi progenitora.

Tengo mi primer reloj no heredado, odio saber la hora, cada “tic tac” produce pequeños espasmos en la sien, mi muñeca se ve gorda, mi mano demasiado chica y no tiene ningún peso sentimental. Lo llevo sólo por su valor económico, si no fuese yo misma, tendría ternura de alguien tan idiota.

No hay comentarios: