sábado, 1 de enero de 2011

Creepy Enero

Decir la verdad lo puede hacer cualquier idiota. Para mentir hace falta imaginación.”

Jaume Perich

Entonces soy un genio imaginativo. La verdad es para los débiles, sostener una mentira es para los masoquistas y retorcidos.


A veces me gustaría que el mundo fuese un lugar más nublado. El sol denuncia todo lo que hacemos, es un delator.



Creo que solo un ateo puede saber lo que es sentirse completamente solo. Odio estar solo, porque la soledad me fuerza a pensar. Me obliga a crear ideas y a ser consciente de que existo. Puedo remar y remar, pero la corriente no me permite avanzar. Esto significa mantenerse estático o retroceder, a mi ningún dios me va a dar un empujón.






Hace años intenté hacer un pequeño ensayo de lo que son “los malos sentimientos”, no me dio un muy buen resultado, no logré llegar a una conclusión, así que la inventé:




El odio.

La estupidez humana roza su perfección cuando, el individuo, por debilidad cubre sus ojos con sus manos y cierra las mandíbulas hasta desangrarse.

Ni los más puros insulsos escapan de las letales tenazas que constituyen su naturaleza.

Amar y ser amado, odiar y ser repudiado, escupido, pisoteado…. El deseo de ser feliz es desechado a la banquina cuando el sentimiento de la cólera llena los pulmones de jóvenes o putrefactos.

Tan inevitable como el respirar, nos vuelve insectos sin sentidos, perdidos y furiosos. La estupidez comienza a tener más voz que la razón y se instala en el trono sobre nuestras vulnerables cabezas. Desde su nuevo lugar, reina por tiempo indefinido, como un verdadero usurpador.

Ya es muy tarde cuando se descubren los ojos se ve lo que ha creado sobre su cabeza. Sin importar las suplicas, ya fue envenenado una vez y para siempre por ser, gracias a Dios, simplemente humanos.

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