jueves, 30 de diciembre de 2010

Oh my god: IT’S GOD!




Vivimos en un mundo que engendra dolor a cambio de ningún confort.

A veces, este elimina todos nuestros escondites, nos obliga a enfrentárnosle desnudos.

Aun así, vemos con mala cara al suicidio, los etiquetamos de enfermos, cuando en realidad solo están siendo más prácticos, o bien acelerando una etapa.



Es muy fácil decir que odiamos algo fácil de odiar, la verdad es que, todas esas cosas que odiamos, son las que, en parte, nos hacen ser quienes somos.



Pensar que antes mi mente la usaba para imaginar, y no para crear esas ideas inmundas que constantemente doy a luz, por suerte, siempre queda, aunque sea, un pequeño rastrojo de lo que fuimos, el mío está libre, quien sabe dónde.





La cena que no comí está todavía en la heladera, pudriéndose, muriéndose, perdiendo su color. Y cada vez que abro esta puerta; la veo, decadente, y me lleno de culpa, porque por un acto de egoísmo, un fruto perfecto desde varios puntos de vista, dejó de ser lo que era. Siento que dejó todo por mí, y yo no di nada por él. Me doy lastima por tenerle lastima a una palta.

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