Una vez al año, hago o me pasa algo increíblemente estúpido, que pone en juego toda relación con mis seres humanos conocidos. Ésta vez sobrepasé cualquier límite moral, sin tener ninguna excusa que me defienda. Ni mi cabeza logra refugiarme un segundo del asco que siento de mi persona. No todos somos monstruos, el único acá soy yo. Entendí lo sabios que son mis padres, cuánto conocen de la vida, y que lo moderno no existe, es una invención renovada por cada generación para diferenciarse de la anterior.
Pienso cómo solucionar el problema, y me doy cuenta lo inmadura que soy.
No soy una persona culta, mis conocimientos generales no son ni siquiera los mínimos, no me destaco en las letras como semanas atrás me jactaba. Mientras más aprendo, más ignorante me descubro. La cultura no está muerta, los jóvenes intelectuales efectivamente existen, sólo que yo no formo parte de ésta categoría.
Mis dos imágenes mentales se vieron completamente modificadas, soy sólo un pendejo caprichoso, con hambre de atención y cuidados. Espero que todos se volteen por mí, no sólo eso, también quiero que lo hagan por una estupidez que por alguna inexplicable razón considero “genial”.
“Love, the scariest thing you’ll see all year”
Actualmente tengo tanta lástima de mi misma, que doy lástima. Soy repulsivo, asqueroso, despreciable, abominable, infecto, horrible, inmundo, corrompido y deshonesto.
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