domingo, 26 de febrero de 2012

Las hormigas mueren juntas.

Quiero volver a casa y que alguien esté ahí esperándome, un perro, un amigo, la planta que dejé morir la semana pasada.
Entrar derribando la puerta, lamer el piso por el que anduvo toda esa gente preciosa, arrodillarme bajo el techo que nunca se agujereó y me permitió dormir seco, y recibir la expiación, oír que ya no soy un culpable. Un asesino, destructor de hogares.
Persona mala, persona sucia.
Acaricio a mis paredes y procedo a desaparecer, es un mundo solitario, poco a poco voy perdiendo el ejercicio del habla.
No soy hombre, no me conocen como mujer, mi posición en ésta tierra todavía es incierta. Soy perfectamente humano, sin poder de decisión.
Un paso adelante es una cuchillada a los que van detrás, y retroceder no es una opción, los mataré como un viejo favor que le debo al tiempo.

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