viernes, 9 de marzo de 2012

Fitz Roy


Estancados en un verano, enfermos de las flores, a salvo de amigos. Nos escondemos en los lugares oscuros para sanar del calor. Encontramos una modo de ser mejores que nada.
Mi hermano maneja rápido, y no frena cuándo le pido.
No oye nada, ni a si mismo, no hay voces en su cabeza. Perdió el oído en un descuido y nunca más volvió a encontrar nada. Un silencio nuevo, se toca y se siente oscuro, igual que equivocarse de colectivo por la noche.
Les robó el tiempo a nuestros padres, y por eso murió prematuramente. Joven de experiencia, un millón de años de ideas.

Mi hermano, quién encontraba solitaria a su propia compañía, nunca existió, siempre fui yo.

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