sábado, 2 de octubre de 2010

Pollution





Mis brazos cuentan cuentos tristes, me hacen sentir enojo, representan la decadencia, el odio por la felicidad ajena. Mi panza es la vergüenza, lo sin sentido, ni vivo ni muerto, no siente, no se queja. Mis piernas son las que no perdonan, las que cargan lo más pesado, lo oscuro, lo intimo. Mis tobillos son mi futuro, el miedo al oxigeno.

Me canse de existir, llegue al punto que ni siquiera me hace feliz el ser infeliz, llegue a la rutina, al aburrimiento.

Siempre pienso en tercera persona, hago historias sobre gente desconocida.

El viernes, en otro estado escribí esto, no se a quien, supongo que a mi misma, hasta mi lado vicioso tiene que hacerme reaccionar:

-Sos el que engaña a los troyanos, el que duerme con el enemigo, el que vive con moretones y golpes.

Entiendo tu fascinación por vivir con el vértigo de los cobardes, pero el sentimiento de ser un dios entre los imbéciles no te transformará jamás en el hombre que tus padres querían que fueras.

Te emborrachas para el público que vos mismo inventaste, eres el único ebrio entre los alcohólicos.










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