jueves, 7 de octubre de 2010

Maus

¿Cómo sería tener todo el amor del mundo?

Hay un barco que se aleja conmigo adentro, se mete en un mar sin olas ni sirenas, para que cuando llegue a la tierra firme no me dé cuenta. Es un barco del que nadie quiere bajar. Miles de manos lo empujan por debajo del agua, lo llevan lejos del mundo y cuando lo devuelven no lo puedo reconocer.

Vengo de dos semanas difíciles, sin comer, llorando, volviéndome a sentir un ser inmundo. Odio llorar, pero más odio estar sola, estuve sola muchos días.

Me sentí uno de esos personajes de películas norteamericanas que esperan que aparezca alguien a la vuelta de la esquina por arte de magia. Moría por encontrarme a quien sea, que me digan un hola.

Por primera vez no solo tuve la necesidad de hablar con alguien, sino la capacidad de hacerlo, pero no encontré a nadie. Ni amigos ni mis viejos. Siempre me pareció egoísta llenar a otro de sus problemas, por eso nunca hablo de mi con nadie. ¿Cómo puedo saber quienes son las personas que quieren escucharme? ¿Dónde están? ¿Existen o son solo una necesidad fantasiosa?

Le tengo miedo a esa gente, si es que existe, el mismo miedo que le tengo a mis ideas.

No hagas amigos, no te quedes sin hacer nada, no formes relaciones. No necesitas de dinero, ni de felicidad ni de estabilidad. Todo lo que intentes caerá tarde o temprano y no tendrás el entusiasmo de levantarte de nuevo.

Todos somos Ícaro.

1 comentario:

Ch- dijo...

Siempre habrán espectadores interesados en absorber tus palabras para alimentarse y vomitarlas en la cara a otra persona para hacerse el importante o lo que sea que piensen de ti.

No buscas oídos, buscas hablar y ser comprendida. Y ya lo has dicho: La gente hace lo que puede, la gente sólo es gente.