viernes, 15 de julio de 2011

Niu eill

Las cámaras de foto digitales terminaron con mi autoestima. Lo único que me motiva, es la amenaza de ser golpeado, no sé por qué me da tanto miedo algo que ni siquiera siento. Después del primer golpe en la cara, ya no se sienten los demás, pero instintivamente los esquivo,  me cubro. la violencia doméstica recobró su viejo romanticismo.

Dicen que hay una ciudad dorada en algún lado, dónde los alquileres son bajos, y dónde es más fácil encontrar un empleo y una pareja y un sentido, y allí finalmente tendrás lo que tú quieras, y solamente vivimos aquí porque aún no lo hemos encontrado, o no hemos tenido el tiempo para buscar, o no tenemos el presupuesto para mudarnos, o estamos conformes con especular sobre eso.

¿Qué nos pasó? Que lo único que hacemos en el día es llorar, y por las noches vomitar enfermos de alcohol. Arruinando todo lo que tanto trabajo nos costó construir. Ya no nos tocamos, no sabemos cómo consolar al de al lado, nos volvimos egocéntricos y tristes. Estamos solos, sufrimos lo mismo, ya no sabemos de qué hablar.
Sin darnos cuenta las drogas tomaron asiento entre nosotros, y el alcohol dejó de provocar risas. Nos volvimos perezosos, perdimos la confianza, los adictos creen que serán traicionados, los sobrios se sienten inútiles.

1 comentario:

Guillermo Altayrac dijo...

¿Qué nos pasó?
¿Nos pasó algo?
¿Alguna vez fuimos distintos?
¿Hubo una época distinta a esta?
¿La conociste?
¿Te la contaron?
¿Les creés?
Te mando un abrazo.
Y seguí esquivando golpes.
Aunque ya no los sientas.