domingo, 15 de mayo de 2011

Wallace

Alguien es alcohólico, vivir como tal es lo que mejor hace, conoce su rol, su posición, logra modificar su esencia por la de un ebrio, puede que sea lo mejor que hizo o hará en toda su vida. Someterlo a la burla sería asesinar parte de sí, por ahí no necesariamente nuestro mejor talento sea algo moralmente bueno.  Ésta bien que así sea, debe ser así. Lo bueno o lo malo realmente no existen, es que no sabemos vivir sin normas.
Devolverle la vista a un ciego, sería destruir lo que le hace ser quién es. Dejaría de ser conocido como “el ciego”, para  no ser ni siquiera “el sujeto”.
Hasta qué punto es necesario ayudar cuando la palabra “bueno” no significa nada para mí. Alimento al monstruo personal de cada uno, halago los defectos de una manera pomposa, para ganarme el afecto de mi víctima.

Volví a retomar el interés por los extraños, una enorme necesidad por descubrir quiénes son; su mejor anécdota, el por qué se vistieron cómo lo hicieron ese día. De vez en cuando les hablo, pongo en práctica mis habilidades sociales para hacer que un completo desconocido me dé parte de su tiempo y no me tenga miedo. Conocí a una señora que diseña páginas web, a un chico que vende juguetes para perro y a una pareja de estudiantes en la parada de un colectivo, a la una de la madrugada. Me gustan todos, me hacen olvidar de que la mentira es necesaria, entiendo que nadie tiene ningún derecho a juzgar al otro, que ser un insecto no es algo inevitablemente negativo.

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