lunes, 2 de mayo de 2011

Ahí, hay, ay!

Por primera vez en mi vida se refirieron a mí como parte de la comunidad no heterosexual, y me dieron ganas de llorar. No me encontré, no me encuentro, me siento un marginado.  Los hombres me dan asco, las mujeres me producen odio e intolerancia. Los hombres, destructores de vida, generadores de conflictos, violadores. Las mujeres, acomodadas, simplonas, estúpidas, completamente dependientes, anoréxicas, narcisistas.
 Sí ellos son tan desagradables como los planteo ¿por qué son tan necesarios?
Hay gente mayor que todavía cree que existen cosas tales como el odio, que la fidelidad significa atarse en lugar de sincerarse y aceptar, gente que quiere hacer feliz a quienes lo rodean, a costa de su propia felicidad. La felicidad es compartida, se recibe y reparte a diestra y siniestra.
La gente que come carne hace lo imposible para incomodarme, mi propia familia, me presionan, me tienden trampas, me resaltan, lo que se transforma en una terrible exposición de qué es mi círculo social y mi vida en él. 

2 comentarios:

Ch- dijo...

Espero no incomodarte al decir que veo mi "sufrimiento" reflejado entre esas líneas. La gente tiene dos funciones básicas: estorbar o ser una clase de palanca que, a veces son necesarias incluso para delimitar gran parte de tus pensamientos, darte un giro y reconsiderarlos.

Estúpidamente te diré que mi mayor contradicción gira en torno a gente.

Gojira dijo...

Te respondería, pero realmente no se me ocurre como.
Espero ser la palanca de muchas personas.