lunes, 27 de junio de 2011

¡Espléndido!

Me pasé toda la tarde llorando, por no conseguir una erección. Tener sexo con amigos y amigas, resulta tan incómodo como masturbarse frente a la mirada atenta de tus padres.
 No me gusta la incompetencia femenina, no me gusta el sometimiento del varón al sexo débil, no leo nada que haya sido escrito por una mujer, a menos que sea estrictamente necesario.
Decirle "mamá" a mi mejor amiga, asistirla con sus dudas sexuales, e interrogarle, cuando el alcohol libera la vergüenza,  por qué sólo le gustan los hombres mientras me da besos en los labios. 
Besos no, piquitos, que me pintan los labios de rojo. También mi cara está llena de marcas de rouge, hasta el pelo, y mis manos de color negro, algo se rompió adentro de mi cartera, sombra de ojos.
Camino de la mano con la persona a la que desvirgué, los dedos entrelazados, apretamos los cuerpos para ganarle al frío de la noche. La persona que me desvirgó a mí me invita a comer brownies a su casa, revivir los recitales a los que fuimos juntos, las idas al teatro y a reírnos de los creyentes.

Las cosas que hice en mi pasado, no deberían intervenir en mi presente.











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