No le escribo a la alegría, no le escribo a lo sereno.
Le dedico miles de líneas ridículas al odio, y ninguna a
la cordialidad. Tengo tantas energías para aborrecer, que todavía puedo vivir.
El precio que cada uno paga por su felicidad, no debería
poner en riesgo la ajena.
Estoy aterrado, pienso en exceso.
¿Cómo te volviste tan retorcido? Te estás transformando
en la mentira que la gente blasfema de vos.
Los desmembrados se ríen de tu compañía, ya no sos el
centro del mundo.
Me arrodillo de forma grotesca frente a tus dolores, engendro
de pus y carne.
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