Escribí sobre el asesinato de un cigarrillo.
Sobre la crueldad del agresor, el morbo y la fascinación.
Un cualquiera al que los gritos de dolor simplemente lo impulsaron a convertirse en un homicida.
Mientras el tabaco pedía clemencia a sus oídos, no podía evitar compararse con un dios el cual dispone de almas ajenas a placer.
1 comentario:
De donde sacas eso?
Dime es tu mente, me fascina.
No lo hagas, es tan hermoso y adictivo (:
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